jueves, 2 de agosto de 2007

Hambre de gol.


Detrás de la injusticia y justo a orillas de la miseria; se esconde la tierra del olvido. Donde el sol quema pero no calienta y la pulcra conciencia imperialista fundó las bases de su riqueza, disfrazada de progreso. Batida por el petróleo, opacada por el diamante y amarrada por la mano de obra. Entre la injusticia monumental y la parcialidad majestuosa, habita un continente tan grande como su pobreza, Confundido por las ganas de comer y el hambre de vivir, el estómago se retuerce, mientras digiere su dolor.

.-Africa, lunes 16 de enero del año 2006.
En víspera del Súper Mundial y a millones lejos de Alemania; se juega un campeonato alterno al de Adidas, la Coca Cola y el Pago por Evento. La Copa Africana de Naciones se inaugura esta semana, exhibiendo como trofeo un breve amague para la desolación.


Parece cáustico el contexto en una columna de fútbol. Pero el discurso humanista de la FIFA resulta frágil y en estos casos no puede homeopatizar la realidad, cuando las taquillas del estadio aún segregan el canto de gol. Sometida por la escopeta de una militarización encarnizada, los nietos del eterno conflicto armado, sorprenden a los defensores de los derechos humanos, poniéndose de acuerdo en un concepto tan trivial como el juego y nunca en uno tan importante como la vida.


Es más fácil ordenar a la pobreza que a la riqueza. El interés de la primera suelen resolverlo con un mendrugo de pan. El de la segunda es mas complejo; sus compromisos son mayores y la satisfacción casi nunca se alcanza, precisamente porque es inalcanzable. La soberbia planeación estratégica alemana rumbo al Mundial, no compite con la sencilla logística continental que acumula africanos en torno a un estadio dividido en primera, segunda y tercera clase según el color de sus boletos.

Abrazada por Egipto en cuatro sedes, escurriendo sobre el Nilo del África árabe. El Cairo: la gran capital. Alejandría: La Perla del Mediterráneo. Port Said: delegada del Canal de Suez y la frondosa ciudad de Ismailia, organizan el evento con la venia faraónica.

Amagada por la corrupción y lesionada por la historia, África se desmarca y haciendo una gambeta en complicidad con su naturaleza, jugará al fútbol como paliativo de su presente. De los 57 países que componen su división marginal antes que política, solo 16 acuden al torneo, previa eliminación de los más débiles. Premisa que corresponde a la teoría mas pareja que hay sobre desigualdad: Calificaron los menos jodidos. Marruecos, Costa de Marfil, Lybia, Túnez, Zambia, Togo, Congo, Angola, Camerún, Sudáfrica, Guinea, Nigeria, Ghana, Zimbawe, Senegal y Egipto, disputaran un título del tercer mundo.

Aunque parece lejos de nuestra tierra, Africa tiene sucursales miserables en varios puntos de nuestra América Latina, identificada por una misma nacionalidad que acoge el hambre como bandera y la injusticia como moneda de cambio. La retórica deportiva, es apenas una receta casera para tanto dolor, pero algo es algo. Por lo menos en su origen humano, que permite competir a veces, en igualdad de circunstancias. En este caso y en defensa de su orgullosa naturaleza, La Copa Africana de Naciones la ganará el equipo más fuerte; apócope de una salvaje y heroica supervivencia.

Agradezco inmensamente la oportunidad inmejorable de expresar un opinión sobre algo tan delicado como la vida y tan peculiar como su juego. La reflexión suele ser mas intima cuando es escrita antes que hablada. Por eso disfruto tanto escribir para ESTO.
Pido una disculpa a los lectores de esta columna por no redactar algo del asombroso desarrollo futbolístico africano. Pero me habría sentido inútil tan solo asociando una carencia con una virtud: el hambre de gol…

.-Apéndice: Durante el año 2005, la situación de los derechos humanos en el continente africano se caracterizó por la presencia generalizada de conflictos armados, la represión de la oposición política, la persecución de los defensores de los derechos humanos, la violencia contra las mujeres y el limitado acceso a la justicia para los sectores marginales de la sociedad. El comercio ilícito de recursos y armas, la casi total impunidad de los abusos contra la población cometidos en el pasado y que se seguían cometiendo ante la pasividad de muchos gobiernos a la hora de actuar de acuerdo con los principios de buen gobierno que decían profesar. Contribuyeron a que se negara el goce de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de la gente, y en especial de las capas más vulnerables: las mujeres y los niños, los refugiados y los desplazados internos, los portadores del VIH y los enfermos de sida, los indigentes y las personas carentes de educación formal. No obstante, se observaron progresos en algunas iniciativas regionales concebidas para fomentar el respeto a la vida, a través de medidas como la intervención y la mediación en situaciones de conflicto o en lo relativo a la protección de los defensores de los derechos humanos y la amnistía internacional.

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