jueves, 2 de agosto de 2007

Las chivas de mi comunidad.


La mañana empezó diferente, algo raro sucedía en la colonia. Algo de lo que nunca me había dado cuenta, pero que siempre había estado ahí...
Bajé por mi calle de todos los días y cuando llegué a la esquina donde está la Iglesia de mi colonia descubrí al Cura “ José de Jesús” que con sus manos santas, descolgaba una bandera “rojiblanca” de la torrecita del campanario. Debajo de la sotana, asomaba un escudo que no alcancé a distinguir. Con pena y resignación se quejaba de los muchachos que le habían hecho la faena: ¡Más respeto por la casa del Señor!. Pero la sonrisa que iluminaba su feligresía, le delataba...

Seguí mi camino y paré en la tiendita “El rebaño”. Donde todas las mañanas compro un jugo de naranja. Don “Adolfo” el tendero, resultaba más feliz que de costumbre y me invitó una galletas que recién le habían llegado. -Se llaman alfajores creo que son argentinas, están buenas; pero yo prefiero unos bimbuñuelos- me dijo...

Crucé la calle para comprar la prensa que “Ramón” me vende todos los días con singular alegría. En el puestito de periódico, platiqué con “don Chava” del fútbol de su época. La discusión siempre arranca igual y la queja es rancia: ¡ los míos eran otros tiempos!. El viejo siempre está ahí a la misma hora, nunca falta. Es como un monumento que da abolengo a la historia de mi barrio...

Están repavimentando mi colonia y el transito lo pone todo “boca arriba”. Imposible salir por la “boca calle”; se planto un tractor que no dejaba pasar a nadie. “Tengo el corazón rayado” decía la leyenda que llevaba inscrita en la defensa el inmenso camión de arena y grava que me impedía el paso...

Decidí pasar por enfrente del mercado para cortar camino, justo donde están la pollería “El Campeonísimo” y la tortillería “Jalisco” que atienden los señores Ponce y Gutiérrez, socios desde hace cincuenta años en las buenas y en las malas...

Cuando pude salir de la cuadra, sonó el timbre de la “Primaria Vallarta” que anunciaba la entrada a clases. “Omarcito” mi vecino, echó a correr antes de que cerraran la puerta. Con la mochila volando por los aires y un balón atado bajo el brazo, gambeteó a “Benjamín” el Director del colegio. Mientras su madre desde el coche le gritaba: ¡bravo! bravo!; otra vez sobre la hora; a ver si mañana te levantas más temprano...

Subí a mi coche, le hacía falta gasolina. Pase por la estación del servicio “El Tigre” donde “Alejandro” le puso $200 pesos de magna mientras discutía del arbitraje y contaba billetes con las manos....

Por fin avancé unos metros pero el semáforo estaba en rojo. A mi lado el taxi de “Juan Pablo” que estudia por las noches y ruletea por las mañanas. Subió tres pasajeros que llevaban puesta las camisas de Pumas, América y Cruz Azul.
-Al Angel por favor- pidieron los pasajeros.
-De allí vengo- respondió Juan Pablo...

Llegué al parque donde doblé para subir por San Jerónimo y encontré a “Manuel” el jardinero. Que con la disciplina de todos los días, barría las hojas caídas del abedul argentino, mientras silbaba el jarabe tapatío...

A la vuelta, “Rafael” levantaba la cortina de su negocio. Es el dueño de la ferretería “El tubo” donde hacen instalaciones pesadas de plomería a domicilio, sin importar el barrio. Llegamos hasta la Buenas Aires; reza el cartel a la entrada del local...

Las Chivas están en todos lados. El triunfo del Guadalajara es un triunfo de México. Todos podemos encontrarlos o reflejarnos en ellos. Son once mexicanos como cualquiera de nosotros. Capaces de ganar y de soñar. El alma de este equipo abraza las esperanzas de millones y abriga una verdadera identidad nacional.


En la eterna búsqueda de un estilo para el fútbol mexicano; descubrimos a Las Chivas versión Libertadores. Fuertes, correosos, valientes, veloces, buenos, ligeros y agradables.

Humildes pero orgullosos. Jóvenes de espíritu y grandes de corazón.
Son las chivas de nuestra colonia, nuestra calle y nuestra comunidad.Son las Chivas de México, su equipó más querido y también el más popular.

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