jueves, 2 de agosto de 2007

Harry Focker.


Nuestra fugaz aventura europea, terminará en el aeropuerto londinense de Heathrow, mientras viajamos en tren desde Liverpool, les compartimos la siguiente historia...
El viejo Anfield Road se quedó solo. El chubasco inundó por enésima vez la cancha durante la semana y la pasión fue escurriendo por las alcantarillas del estadio. Liverpool y Manchester acaban de jugar el clásico de la Liga Premiere Inglesa hace cuarenta minutos. Jamás perdieron la cabeza, ventaja competitiva del futbolista británico que depende de su instinto como ninguno.
La conclusión fue un neuronal empate a cero. Resultado imposible de lograr por la combinación de colores, historias, escudos y vocaciones. Al termino del juego y sin importarle la muchedumbre apilada en las banquetas optó por hacer efectiva su primera licencia durante la temporada. El entrenador solo les concede 24 horas para volver a reportarse, así que aprovechó su paso por casa. Salió del estadio sin bañarse, en su propio jugo, con la camiseta de juego del Manchester United bajo la sucia chamarra de mezclilla. Generalmente lo hace, se subió a la motocicleta negra y escapó rumbo al puerto donde vive su novia y los amigos de la infancia que termino hace apenas cinco minutos.

Fisicamente tiene diecinueve años, mentalmente los psicólogos del Manchester opinan que oscila entre los diez y los catorce. Por lo que han recomendado al técnico Sir Alex Fergusson una terapia diferente a la del resto del plantel para encaminarlo positivamente. Las fábricas tacharon su lomo. Hijo de cargador, hermano de herrero, primo de un barman y vecino de costaleros, creció entre oriundos del barrio bravo de Croxteth. El sonido del timbre que anunciaba el cambio de turno y el crujir de los hornos en las fundidoras de acero, marcaban los horarios de sus días. La asistencia al colegio dependía de la cantidad de cervezas que su padre había bebido la noche anterior. A los nueve años apenas sabía leer, pero su léxico ya era capaz de sorprender a los mayores. Con dichas credenciales sólo el fútbol podía acercarlo a Buckingham Palace donde pernoctan los no menos educados Windsor. De los cuales reniega conjugando asombrosamente el verbo ¨fuck¨en sentido figurado y primera persona. La única Elizabeth reconocida por herencia carnal en su entorno familiar, trabajaba como reina del ¨Barba Negra¨, un club de alterne en el casco antiguo de Liverpool. Y donde se habían educado casi todos los varones de su familia.

El futuro de un niño inglés criado bajo el amparo de las tribus trabajadoras y los clanes obreros del puerto, no ofrece muchas opciones para destacar profesionalmente en la flemática isla. La autenticidad de su género es exclusiva de cierta clase de ingleses. Aquellos que la realeza confunde con irlandeses y escoceses, sometiéndolos a formar parte de la inexacta fórmula económica que manifiesta el imperialismo desde la Abadaía de Westminster. Donde queda demostrado que no todos son imperialistas, salvadores de la reina, ni Lords. Escondiendo detrás de los astilleros, la miseria de las grandes potencias y a los bisnietos de la Revolución Industrial.

A los 10 años, cuando ya era un digno representante de sus tradiciones ancestrales, Wayne Rooney veía desde la televisión del bar a su hoy amigo y consejero Paul Gascoigne. A quien admiraba más por sus malos hábitos, que por ser la figura del fútbol inglés en la década de los noventa. Así que su verdadera afición, no radica como la mayoría de los niños en la admiración por el héroe de las canchas y los comerciales de Pepsi o Adidas. El caso de Rooney es todo lo contrario, la figura de Gascoigne le seducía, por ser un famoso ejemplo de lo que no es bien visto. Un futbolista aguerrido y malcriado y tan bueno como malo. Con la increíble capacidad para ser la figura del partido por el día y de una pelea callejera por la noche.

Cuando cumplió 17 años, se convirtió en el anotador más joven de la historia del fútbol inglés. Lo hizo con el humilde Everton, ensuciando el prestigio del rancio Arsenal al marcarle su primer gol como profesional. Así empezó a construir una de las carreras mas vertiginosas de Inglaterra en los últimos tiempos. Al poco tiempo fue seleccionado inglés, en donde a cambio de la titularidad absoluta, tuvo que aprender a cantar el himno inglés sin masticar un chicle y hacer reverencia frente al palco real sin enseñarle el trasero al duque de York. Dos años mas tarde, la bola de pelos, dientes y músculos en la que se había convertido el pequeño monstruo, fue tasada en sesenta millones de euros. Cifra que pagó el Manchester United por el feroz jugador.

Encabeza las portadas de todos los tabloides británicos durante el fin de semana. Lleva 3 días sin dormir y acude a las concentraciones de la Selección oliendo a cerveza negra de raíz. La última discusión que tuvo con Sir David Beckham en la selección, se debió a que en su maleta cargaba un fotomontaje porno de las Spice Girls, mismo con el que Rooney pretendía ilustrar las paredes de la habitación del capitán esposo de Victoria Adams.

No anuncia nada porque aún no hay marca dispuesta a asociar una campaña con la suya. Gatorade lo intentó pero durante la filmación del comercial, Rooney reconoció que la única bebida hidratante que su cuerpo necesitaba era un Whisky. Vodafone la compañia de celulares mas grande de Europa le ofreció un contrato millonario, pero se negó a firmarlo alegando que el teléfono de su hermano había sido cancelado tres meses antes por falta de pago. Hugo Boss logró un acercamiento pero no se rasura, no se baña y no se cambia de ropa. Aunque hay una clausula que se lo prohibe, prefiere la moto que el Bentley y el Aston Martin polarizado.
Es la antítesis de la experiencia metrosexual en el fútbol y fundador de su propia tendencia: la retrosexual. No se mira diez veces al espejo antes de salir al campo. No estudia sus poses frente a la cámara de televisión. No se depila las piernas. No se viste a la moda. No salta al campo recién peinado y perfumado. Prefiere perseguir mujeres en lugar de ser perseguido por ellas. No le preocupa ser feo y disfruta que se lo recuerden. Por eso, antes de iniciar el juego ha sido capaz eructar y sacarse un moco en televisión nacional. Le preocupa muy poco lo que digan los asesroes de imagen, tiene sus propias reglas en las que no existen los promotores faranduleros ni el jet set.
Hace poco le detectaron una miopía por lo que utiliza gafas para mirar de cerca. Cuando los publicistas del Manchester confiaban en que los inocentes lentes estilo Harry Potter ayudarían a cambiar su imagen de niño maleducado, Rooney echó abajo toda la estrategia, como la versión triple ¨X¨ del joven hechicero autonombrandose Harry Focker.

Es el ídolo de los feos, el príncipe de los barrios, el galán de la banqueta y el goleador más temible del Reino Unido. Un fenómeno capaz de revalorizar la imágen del propio David Beckham. El antídoto para el niño bonito y el virus de la publicidad emotiva. La mercadotecnia se ha encargado de sacarle provecho a su papel de antagonista, encontrando en su cara sucia, al mejor rival que el súper héroe de las revistas de moda y el corazón puedan tener en la Gran Bretaña. Wayne Rooney es la nueva moda del fútbol inglés.
Un prospecto de villano dentro de los límites del propio juego. Una dosis del pirata mal encarado que los británicos buscaban. Hartos de la cara bonita, de la combinación perfecta y del futbolista ideal, el nicho de mercado al que impacta su mensaje es mucho más grande que el de cualquiera. Porque siempre habremos mas feos que guapos y menos héroes de ciencia ficción que súper héroes de la calle, con los que podamos identificarnos más. Wayne Rooney está destrozando las teorías de consumo que venden al fútbol como un producto aspiracional, convirtiendo a la realidad en su propio paradigma.
Práctico y verdadero. Algunos directivos y entrenadores pretenden modificar las costumbres de Wayne Rooney, sería un grave error de estrategia. Al modificarle su estilo de vida, estarían aniquilando también su forma de entender el juego. Porque al fútbol se juega como se vive y Wayne Rooney está llamado a ser una de las grandes figuras de Alemania 2006 y no precisamente por su linda cara. Tan solo es más auténtico para vivir y jugar.

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