jueves, 2 de agosto de 2007

Y ahora, ¿qué le digo al abuelo?


El triunfo reconoce banderas y nacionalidades. Los títulos tienen muchos padres y las victorias muchas madres. Solo la derrota es huérfana y bastarda. El hígado, el riñón y el páncreas, no distinguen jugadores ni países. Su función es la misma aunque el dueño juegue para Italia, México o Brasil. Ninguna liga profesional y sus órganos están exentos del azote. Bajo su manto pernocta la ignorancia, se cobija el miedo y se anida la muerte disfrazada de interés. El dopaje se adjudica cualquier duda. Liquidando el sentido lúdico del deporte al canjearlo por un erróneo sentido competitivo.

Arrinconado por el euro y perseguido por el dólar.
Sometido por el resultado y subastado por el mundo.
Señalado por la antena y oprimido por el control remoto.
Valorado por el mercado y regenteado por un organismo disfuncional que devora hombres disfrazados de falsos héroes; el futbolista es obligado a jugar peleando.

Contra los rivales y peor aún; contra si mismo. Hoy gana el que más aguanta y el que más juega no es el que más la toca.Todo empezó cuando creyeron que el tríceps y el bíceps fortalecían la alineación. Pensaron que el químico era más técnico que el físico. Y el músculo más productivo que una gambeta. Entonces el análisis futbolístico se mudó al laboratorio. El microscopio se volvió buscador de talentos y la probeta campo de entrenamiento. Decidieron que era mejor futbolista el atleta súper dotado, que el morenito hambriento y patizambo. Y ahora cómo le explico al abuelo que Garrincha ya no funciona para jugar al fútbol…

La cascarita y el llano perdieron sustancia para encerrarla cruelmente en un frasco con la etiqueta invertida de su moral. Y el viejo fútbol confundido por una escala de valores ajena a su origen, se debate entre el gusto por jugar y el gusto por ganar. En donde más gana el que más tiene y no el que más gusta.

La persecución se transformó en estrategia y la fuerza en jugada favorita. Ya no hay artistas de uniforme cuya debilidad era la gracia y magia envuelta en cuero. Ahora solo quedan los más fuertes de osamenta y tendón, como único recurso para patear un balón.

Al tiempo terminaremos la narración con una brutal jugada en la que
norandrosterona ataca por la banda, manda un centro para eritropoyetina y nandrolona remata. No hay cosa más triste que un triunfo bajo sospecha o un grito de gol ahogado en una duda. El mayor complemento alimenticio del futbolista esta en su alma y la mejor inyección debería ser la emoción y el canto de una afición.

Cada vez hay más lesiones porque cada vez hay más tratamientos y cada vez más partidos de fútbol y mayores patrocinios y mejores sueldos. Di´Stéfano a quien no le hizo falta jugar mil copas para ganar más de cinco. Contaba que se curaba una lesión con jabón y agua tibia y un esparadrapo bañado en vinagre, escuchando la final del ‘58 en su vieja radio de galena.

El fútbol mundial convive con el afán de lucro y riqueza desmedida. Ayer era el pago por evento el que sometía nuestra afición. Hoy es el dopaje el que lastima nuestra ilusión.

Los científicos disuelven problemas pero crean algunos más. Su ejecución siempre advierte represalias cuando se utiliza en sentido contrario al de su genio. Pero el fútbol no es ninguna ciencia.

La verdad es un activo del ser humano y como tal, fundamento básico del deporte y el deportista. México, sus ligas y sus profesionales, no son artículos excluyentes de este gravamen por el hecho de no cotizar en las grandes bolsas de valores del fútbol internacional. En donde el asesino escondido en solución, inyección o complemento, ya cobró algunas vidas a las que se les pagaba por jugar.

La conclusión siempre matiza las charlas y divide generaciones. ¿Qué fútbol era mejor el de antes o el de ahora?. Mi afición sigue manipulando la razón, aunque cada vez creo más en los viejos de sus días. Pero en esa polémica con argumentos históricos y métodos tecnológicos durante la discusión, me ha surgido una terrible vicisitud: Y ahora que le digo al abuelo, cuando me pregunte quién es “doping”; ese jugador tan famoso del que tanto se habla y se comenta en nuestros días…

1 comentario:

Gabriella dijo...

Sos un poeta, Joserrito. Me encanta cómo escribes, y emociónate, que te lo dice una escritora, de tres al cuarto si quieres, pero escritora al fin.